Fuente: Madrid/Geoscopio.
El comisario Antònio Vitorino revisó las distintas iniciativas que se estaban considerando para garantizar la seguridad de los medios de transporte y las instalaciones industriales y reconoció que “los trabajos son poco concluyentes”'. Aún queda mucho trabajo pendiente para garantizar la seguridad de aeropuertos y aviones.
El comisario instó a reforzar la coordinación con Estados Unidos e insistió en evitar medidas desproporcionadas. Aseguró que las normas de seguridad en el sector nuclear son las más severas y que, en todo caso, la seguridad de las centrales corresponde a los Estados miembros.
La comisión ha optado por "un estricto respeto de las competencias" y se está procediendo a una evaluación para identificar los aspectos más vulnerables tanto en las centrales como en el transporte de materiales nucleares. Tampoco hay que olvidar, según dijo el comisario, los efectos que podrían tener atentados terroristas sobre otras industrias como, por ejemplo, la química, o las consecuencias de la ruptura de presas hidroeléctricas.
Aseguró que los Estados miembros en general han reforzado las medidas de seguridad física. Se han tomado medidas para el mejor control del acceso y se ha prohibido sobrevolar las zonas de riesgo.
Carlos Ripoll y Martínez de Bedoya, representante español en el sector, se mostró partidario de que las medidas de seguridad en el transporte aéreo sean prioritarias, ya que "un viaje seguro es el derecho más importante de todo pasajero". Repasó las directivas y normas pendientes de aprobación y abogó por su rápida adopción por parte del Parlamento y del Consejo.
Otros miembros del parlamento mostraron también su opinión; Giles Bryan Chichester, de Reino Unido, dio su total apoyo a las respuestas a los ataques del 11 de septiembre y se felicitó de la estrategia multilateral contra el terrorismo. Eryl McNally aludió a la posibilidad de equipar con misiles a las centrales nucleares, mientras que Marie Anne Isler afirmó que "es plausible un ataque a una central nuclear"y criticó a las autoridades que tradicionalmente habían proclamado la seguridad de estas instalaciones y que ahora "se ven obligadas a reconocer la vulnerabilidad de las catedrales nucleares". En su opinión, "la seguridad de los ciudadanos no está garantizada".
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