Fuente: EFE.
La introducción de especies animales foráneas representa la principal amenaza para la fauna autóctona de las islas Gálapagos, según ha comentado el especialista Felipe Luis H. Cruz, antiguo jefe de protección del Parque Nacional de Galápagos.
Cruz, especialista en aves marinas y gestión de recursos naturales, dirige en la actualidad el Proyecto Isabela de conservación del archipiélago ecuatoriano.
Según ha explicado, el Proyecto Isabela plantea "la restauración ecológica de la isla Isabela, en la que una población de 100.000 cabras salvajes amenazan seriamente las 5.000 tortugas gigantes censadas".
Esta iniciativa supone un coste de unos 8,5 millones de dólares (unos 120 millones de pesetas), de los que el 70% es aportado por el Global Environment Facility, de las Naciones Unidas y en la actualidad Cruz se encuentra en Europa para obtener el 30% restante de los recursos financieros necesarios.
Las tortugas de Isabela, matiza Cruz, compiten en desigualdad de condiciones con las cabras, hervíboras como ellas, pero con mucha mayor movilidad y facilidad de reproducción.
Galápagos afronta este reto después del proyecto que consiguió restablecer las tortugas terrestres a la isla La Española.
"En los años sesenta -comenta- sobrevivían en La Española una docena de individuos que no se reproducían y tras un programa de reproducción en cautiverio hemos conseguido repatriar a la isla más de 1.000 tortugas que ahora se reproducen de manera natural y garantizan la viabilidad de esta población".
Galápagos, que conserva el mayor grupo de tortugas gigantes del mundo, está formada por más de 130 islas e islotes, con unos 8.000 kilómetros cuadrados, de los que el 97% son área protegida y el 3% restante corresponde a las tierras agrícolas y urbanas.
Con unos 133.000 kilómetros cuadrados, la reserva marina de Galápagos es la segunda más grande del mundo y la primera que incluye aguas abiertas.
Precisamente, en 1998 Galápagos consiguió, recuerda Cruz, "expulsar la pesca industrial de la reserva marina, donde sólo está permitida la pesca artesanal, y las actividades turística y científica, algo en lo que somos pioneros".
Cruz, galapaguino de nacimiento, subraya que "nosotros hemos sufrido también restricciones, pero es el precio que tenemos que pagar a cambio de mantener el 95% de las especies endémicas que todavía se conservan".
El riesgo de bioinvasiones es tan grande que el propio Cruz advierte de los peligros que supone la llegada de hortalizas del continente, con las que pueden viajar insectos que modifiquen las condiciones biológicas de Galápagos.
Para contrarrestar este riesgo, en colaboración con la Agencia Española de Cooperación Internacional se va a impulsar, añade Cruz, "una estrategia para fomentar la agricultura sostenible que cubra parte de las necesidades de los 15.000 galapaguinos y de los 70.000 turistas que visitan las islas anualmente".
El Instituto Catalán de Energía de la Generalitat está ayudando a Galápagos para diseñar proyectos de energía solar, eólica y de biomasa que reduzcan las necesidades de gasoil en las islas, con las que aumentan los peligros de accidentes de petroleros que abastecen el archipiélago como el del barco "Jessica" que vertió en la costa de la Isla de San Cristóbal el equivalente a más de 4.500 barriles de crudo.
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