Fuente: Madrid/Geoscopio.
Mientras en la Antártida la destrucción de ozono provoca la aparición de un agujero de una extensión equivalente a 50 veces la de España, la ONU alerta de la aparición de nuevas sustancias con un alto potencial de destrucción de ozono.
Desde hace más de dos décadas la llegada de la primavera a la Antártida (otoño en el hemisferio norte) se ve acompañada con una brusca disminución del contenido de ozono provocado por la acumulación de sustancias químicas y las particulares condiciones de la climatología antártica.
Durante la década de los ochenta y noventa, los científicos protagonizaron una carrera contra el tiempo para conseguir la prohibición de los CFCs, cuyo contenido de cloro y bromo estaba provocando la destrucción del ozono en la Antártida y amenazando con extenderse al resto del planeta.
Prácticamente coincidiendo con el Día Mundial del Ozono los datos de procedentes de la Antártida indican que la destrucción de ozono de este año se extiende sobre unos 24 millones de kilómetros cuadrados, una superficie equivalente a 50 veces la de España o a la extensión de EEUU, Canadá y México juntos.
Desde que en 1987 se firmó el Protocolo de Montreal, para eliminar los vertidos a la atmósfera de las sustancias que dañan al ozono, muchas han sido las acciones positivas realizadas por empresas y administraciones de casi todos los países del planeta para utilizar alternativas inocuas para el ozono. Según Klaus Toepfer, Director Ejecutivo del PNUMA, afirma que "El Protocolo de Montreal ha sido un triunfo del cual podemos estar orgullosos. Noventa y seis químicos dañinos para el ozono han sido prohibidos o están siendo eliminados".
Pese a todas estas acciones, el agujero de ozono sigue apareciendo siguiendo un comportamiento ya advertido por los científicos que consideran que sólo a mediados de esta década comenzará a disminuir la destrucción.
Sin embargo, estas previsiones podrían retrasarse debido a la aparición de nuevas de sustancias, como el: "n-propyl bromuro" o "halon-1202", que no están controladas por el Protocolo de Montreal que podrían socavar los esfuerzos realizados hasta la fecha.
Evidentemente, si se comprueba que estos compuestos son perjudiciales para el ozono en poco tiempo pasarían a integrar la lista de sustancias prohibidas, pero hasta que tengan lugar esos estudios podrían acumularse en la atmósfera, retrasando, como afirma el Profesor Molina, Premio Nobel de Química, "recuperación de la capa de ozono significativamente".
Para los técnicos del PNUMA, las compañías fabricantes de estos productos deberían acordar voluntariamente probar y evaluar los nuevos químicos y su potencial dañino para el ozono, presentando sus hallazgos a los gobiernos antes de la fabricación y puesta en el mercado de las nuevas sustancias, tal y como sucede en la industria farmacéutica.
Por lo menos cuatro nuevas sustancias con un daño potencial al ozono han sido identificadas. Sin embargo, para Nelson Sabogal de la Secretaría del Ozono en Nairobi, "Estos son sólo algunos de los que conocemos hasta el momento. Debe haber muchos más. Una de nuestras dificultades es que cada una de estas sustancias pueden tener hasta quince nombres diferentes lo que entraña una considerable dificultad para el seguimiento"
Igualmente, los expertos de Naciones Unidas advierten, contra los efectos del contrabando de sustancias prohibidas por los dispositivos de Montreal, que estableció para los países del sur un plazo más amplio respecto a los países del norte para poder seguir utilizando ciertos productos nocivos.
Enviar la noticia a un colega