Según explica la sentencia, el acusado, V.F.P., depositó en una parcela del citado paraje 65 bidones metálicos de distintas capacidades que "habían contenido" 8.375 litros de lacas y resinas. El procesado depositó también 3.000 kilogramos de envases plásticos que contenían lejías y detergentes y un vehículo desguazado.

Con motivo de estos vertidos, la Conselleria de Medio Ambiente le impuso una sanción de un millón de pesetas por una falta grave contra la ley que regula el control de residuos tóxicos y peligrosos. El inculpado recurrió esta resolución gubernamental y alegó que los bidones "estaban vacíos", y también que "no estaban vertidos, sino depositados", a la espera de que hubiera suficientes para llevarlos a reciclar a un vertedero controlado.

Sin embargo, el TSJCV estima que el hecho de que los bidones estuvieran presuntamente vacíos no implica que éstos dejen de ser considerados como residuos tóxicos, dado el peligroso contenido de los restos que aún quedaban en ellos.

La sentencia explica además que "su acumulación al aire libre" y su mezcla con otros elementos desechados impide pensar que los residuos estaban controlados para su posterior traslado a un vertedero autorizado, por lo que confirma la resolución de la Conselleria.