Fuente: Madrid/Geoscopio.
Un estudio del Banco Mundial expone que algunas medidas aplicadas por los gobiernos para proteger el medio ambiente o la salud de sus ciudadanos, únicamente tienen sobre estos un beneficio marginal y sin embargo tendría un impacto masivo en los países pobres, que serían incapaces de cumplir los requisitos que impone la Comisión
La Comisión Europea está apoyando un ambicioso proyecto: una nueva ronda de negociaciones sobre las reglas del mercado mundial, pero los exportadores agrícolas afirman que los propósitos de la Comisión ocultan su proteccionismo.
El núcleo de la nueva ronda de mercado, que muchos países esperan que se ponga en marcha en la reunión de la WTO en Qatar en noviembre, versará sobre la liberalización de los mercados en las áreas de barreras arancelarias, servicios y agricultura. Pero los europeos quieren incluir en la agenda diversas cuestiones medioambientales (seguridad alimentaria, protección de los animales y normativa ecológica).
La Comisión ha afirmado que quiere aclarar las reglas existentes para facilitar el comercio, pero los grandes perdedores tras las propuestas de la Comisión son los agricultores, especialmente de los países en desarrollo, que se van a enfrentar a severos incrementos en las barreras arancelarias.
Por ejemplo, la Unión Europea quiere incrementar los controles de los compuestos tóxicos y contaminantes y se está tratando de bloquear las importaciones de nueces, cereales y frutos secos que contienen de modo infinitesimal estos compuestos.
Un reciente estudio del Banco Mundial expone que estas medidas producirían sólo un beneficio marginal en la salud humana y sin embargo tendría un impacto masivo en los países pobres, que serían incapaces de cumplir los requisitos que impone la Comisión.
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