Fuente: EFE.
La región de Primorie, en el extremo oriente de Rusia, sufre las mayores inundaciones de los últimos 50 años, después de que el invierno pasado estuviera a punto de quedar congelada por una grave crisis energética.
Al menos nueve personas han muerto y otras 30.000 han resultado damnificadas a consecuencia de las lluvias torrenciales que han caído en las últimas 72 horas en Primorie, informaron hoy las autoridades locales.
La magnitud del desastre natural obligó a decretar el estado de emergencia en todo el territorio de esta región a orillas del Pacífico, con una superficie de 166.000 kilómetros cuadrados y poco más dos millones de habitantes. Sólo ayer los pluviómetros recogieron cerca de 200 milímetros de agua, cantidad equivalente a las precipitaciones de dos meses en período normal.
Más de 1.500 casas y cerca de 1.000 edificios de viviendas han quedado total o parcialmente bajo las aguas, y las autoridades temen que la destrucción aumente si no mejoran las condiciones del tiempo. Según los servicios meteorológicos, el mal tiempo en la región de Primorie durará al menos otras 48 horas. La fuerza de las aguas ha destruido más de 70 kilómetros de carreteras, hasta dos kilómetros de vías férreas y quince puentes, uno de ellos ferroviario.
En algunos suburbios de Vladivostok, la capital de la región, las aguas destruyeron un puente e inundaron varios distritos, lo que obligó a utilizar helicópteros para evacuar a los habitantes. Sin embargo, muchos de los vecinos se niegan a abandonar sus casas anegadas por el temor a que sean saqueadas.
Las emisiones de radio y televisión fueron suspendidas al quedar inundada la principal estación de retransmisión de Vladivostok, y toda la región sufre cortes en los suministros de energía eléctrica. Pero uno de los principales problemas que afrontan los 600.000 habitantes de la capital de Primorie es la falta de agua potable, que alcanza niveles críticos.
El servicio local de agua potable, "Vodokanal", anunció hoy el racionamiento del vital elemento, que se suministrará a los vecinos sólo dos horas diarias durante los próximos siete días. La medida fue tomada porque los sistemas purificadores no dan abasto: los aguaceros arrastraron miles de toneladas de fango a los embalses de los que se surte la ciudad.
En esta época del año las temperaturas en Primorie alcanzan los 30 grados centígrados, por lo que los médicos han advertido de que el racionamiento del agua potable puede provocar brotes de enfermedades infecciosas e intestinales.
Los temporales elevaron hasta el punto crítico el nivel de agua en los embalses de Bogatinski y Sedankinski, a las afueras de Vladivostok, y los expertos pronostican que los ríos de la zona subirán aún entre dos y tres metros.
El alcalde de Vladivostok, Yuri Kopylov, afirmó hoy que los daños ocasionados a la ciudad por el desastre natural ascienden, según cálculos preliminares, a cerca de 1.200 millones de rublos (unos 400 millones de dólares).
De acuerdo con las autoridades urbanas, se requerirán varios meses para paliar las consecuencias de las inundaciones, que pueden impedir el acopio del combustible necesario para afrontar el invierno, que en esas latitudes llega en noviembre.
Para los habitantes de Primorie el pasado invierno fue el peor de los últimos decenios por los cortes a diario de los suministros de gas, calefacción y energía eléctrica, que prácticamente paralizaron la región y provocaron airadas protestas de la población.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, destituyó entonces al ministro de Energía, Alexandr Gavrin, a quien responsabilizó del caos energético en el país y, en particular, en Primorie. Presionado por el Kremlin, el gobernador de la región, Yevgueni Nazdratenko, presentó su dimisión en un intento de aplacar las iras de los habitantes, cuyas protestas adquirían ya características de desobediencia civil, con bloqueos de carreteras y del ferrocarril.
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