Según ha informado el departamento, la vegetación está prácticamente regenerada en la zona el Cabo de Creus afectada por el incendio, y las encinas ya han empezado a verdear, pese a que en el paisaje de este parque natural es posible ver aún los restos del desolador fuego del año pasado.

Además, el parque natural, donde anidan aves marinas y crece una de las praderas de posidonia más singulares del Mediterráneo, padeció el pasado mes de junio otro incendio en el que ardieron otras 2.500 hectáreas.

Tras el fuego del año pasado, la dirección del parque redactó un plan contra incendios que preveía abrir nuevos caminos forestales para facilitar el acceso de los vehículos de los bomberos, así como instalar más puntos de abastecimiento de agua y aumentar el pastoreo en la zona para que los animales limpien el bosque.

Por otra parte, el departamento de Medio Ambiente está redactando un proyecto para impedir el acceso a algunos espacios naturales protegidos, como el Parque Nacional del Cap de Creus, con el fin de evitar los incendios estivales.

El incendio que se declaró hace un año en esta zona natural, y que se inició en los municipios de Vilamaniscle y la Garriguella, tuvo durante treinta horas en vilo a los vecinos de la comarca del Alto Ampurdán, ya que las llamas se propagaron rápidamente por la fuerte tramontana que soplaba aquel domingo de agosto.

Ante las dimensiones que fue tomando el fuego, se tuvo que desalojar a centenares de personas de sus casas, además de los cámpings de la zona, mientras que más de 300 efectivos de los bomberos intentaban apagar las llamas.

Tras el incendio, que obligó también a cortar una decena de carreteras y más de 15.000 abonados de nueve municipios de la zona se quedaron sin luz, se repobló la zona afectada con pinos y alcornoques.