Fuente: Madrid/Geoscopio.
La concentración de ozono en varias regiones de Francia, fruto de la canícula, un sol de plomo, vientos casi inexistentes y los gases de los coches, ha relanzado en París el debate sobre las restricciones al tráfico automovilístico.
Con 32 grados en París, y hasta 38-40 en el sur, pronosticados por el servicio de meteorología hasta mediados de semana, los habitantes de grandes ciudades del país tienen que resignarse a seguir respirando un aire mediocre, por no decir malo.
Los Verdes, cuya alianza con los socialistas permitió este año la elección del primer alcalde de izquierdas en un siglo en la capital francesa, han reclamado la circulación alterna de automóviles: prohibido utilizar los coches con matrículas pares un día y, el siguiente, las impares.
Pero el alcalde, el socialista Bertrand Delanoe, se ha limitado a decretar hoy el aparcamiento residencial gratuito en París, para incitar a la gente a usar el transporte público.
"Esto es una regalo ofrecido por el Ayuntamiento a los automovilistas parisinos", replicaron los Verdes. Un regalo, por cierto, gravoso para las arcas municipales.
La Prefectura, por su parte, ha recortado en 30 kilómetros por hora el límite de velocidad en las vías de circunvalación, para reducir las emisiones de gases. Pero muchos conductores no hacen caso, mientras otros dicen que no están enterados.
El problema es la concentración de ozono. No el ozono "bueno" de la estratosfera que nos protege de los rayos ultravioletas, sino el "malo", presente en la troposfera, cuyo nivel medio ha aumentado cinco veces en más de un siglo y que sólo se puede combatir mediante la reducción del tráfico automovilístico.
El nivel medio de ozono es de 40-50 microgramos por metro cúbico de aire. Pero, en períodos de elevadas temperaturas y un sol de justicia, la concentración puede tener picos de 200-300 microgramos.
En los últimos días, se ha superado el llamado "nivel de información y recomendaciones", de 180 microgramos por metro cúbico, en la región de París (donde ayer al mediodía había 210 y debería haber 10 más hoy), Alsacia, y varias ciudades del noroeste y del sur.
Cuando el ozono llega a esas concentraciones, las autoridades recomiendan a las personas vulnerables que se queden en casa.
Es decir, los ancianos, los asmáticos y otras víctimas de insuficiencias respiratorias, porque son especialmente sensibles a la contaminación de ozono, cuyos efectos son la tos, la falta de aliento, la irritación de las vías respiratorias y de los ojos.
Cuando el ozono se sitúa en 360 microgramos por metro cúbico, se llega al el nivel de "alerta", según las normas de la Unión Europea (UE). Según dichas normas, es preciso que ese nivel de concentración se prolongue 48 horas para que la Prefectura pueda decretar medidas coercitivas, en particular, la circulación alterna de coches.
La UE está discutiendo ahora ese nivel de alerta. "Todos los Estados miembros están de acuerdo en rebajar ese umbral de 360 a 240 microgramos por metro cúbico medidos o previstos durante tres horas consecutivas", dijo un alto funcionario del Ministerio de Medio Ambiente, Raymond Cointe, al diario Le Figaro.
Pero, subrayó, "no consiguen ponerse de acuerdo sobre las medidas, en particular la circulación alterna, que habrá que aplicar cuando se supere el nuevo umbral. Estamos trabajando en ello y próximamente debería haber una revisión" de la directiva.
El Ministerio de Medio Ambiente, liderado por el Verde Yves Cochet -que sucedió a Dominique Voynet hace pocas semanas-, es escéptico sobre el efecto de la circulación alterna.
Las concentraciones de ozono se desplazan sobre amplias zonas, debido a las masas de aire, con lo cual las más importantes no se observan necesariamente en el lugar principal de las emisiones de gases contaminantes (que emanan sobre todo de los vehículos), sino a veces a 50, 100 o 150 kilómetros de distancia. Por tanto, según Cointe, la fuente de los "picos" de ozono medidos en París "no es necesariamente parisina".
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