En una entrevista con Efe, Matas subrayó la dificultad de las negociaciones pero se mostró satisfecho por el acuerdo, y aunque insistió en que éste no es el que la UE pretendía, destacó la importancia de fijar los compromisos que deben asumir y cumplir los países que lo ratifiquen para reducir las emisiones a la atmósfera de gases que provocan el efecto invernadero.

El Protocolo de Kioto concreta los compromisos políticos que se establecieron en la Cumbre sobre el Cambio Climático que se celebró en Río de Janeiro en 1992, en la que se constató la preocupación por el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero como consecuencia las actividades humanas.

Jaume Matas, quien formó parte de la "troika" comunitaria presente en todas las negociaciones, señaló que ésta ha sido la primera vez que la UE ha actuado como "líder mundial" en una materia y destacó además la "conjunción de ideas" de todos los países miembros y la defensa de ideas colectivas por encima de las individuales.

Indicó que el Protocolo de Kioto es "el mismo" que se alcanzó en 1997 en la ciudad japonesa y que incluye exactamente el mismo compromiso (que las emisiones netas de gases de efecto invernadero sean durante el quinquenio 2008-2012 un cinco por ciento inferiores a las que se registraban en 1990).

El ministro precisó que el Protocolo ya establecía ese compromiso pero faltaba concretar las reglas de juego y precisar cómo se computan los niveles de contaminación de cada país (la contaminación neta menos los mecanismos de flexibilidad).

Entre esos "mecanismos de flexibilidad" se han incluido el comercio de emisiones, la posibilidad de exportar tecnologías limpias a países terceros, y los "sumideros", masas vegetales y actividades forestales o agrícolas capaces de fijar el carbono a la tierra.

"A partir de la ratificación, el Protocolo se convierte en una norma de obligado cumplimiento", aseveró el ministro, quien advirtió además que se han previsto sanciones y castigos para los países que no cumplan sus compromisos.

Jaume Matas advirtió que, frente a las tesis mantenidas por países como Japón, Australia o Rusia, se ha descartado incluir la energía nuclear como uno de esos mecanismos y que un país pueda descontarse un porcentaje de sus emisiones netas por exportar este tipo de energía a un tercero.

Insistió el ministro en que esto no supone una prohibición, y señaló que los países subdesarrollados o en vías de desarrollo se sienten a veces "violados" por los países más industrializados, "porque su preocupación principal no es el medio ambiente, sino vivir, subsistir".

En España, será la Oficina de Cambio Climático la encargada de diseñar y liderar la estrategia de lucha contra ese proceso, explicó el ministro, quien aseguró que la reducción de los niveles de contaminación deberá centrarse en los sectores energético y de transportes.

En el sector del transporte, Matas apuntó la necesidad de fomentar el uso de combustibles menos contaminantes (biocombustibles, biomasa o combustibles reciclados) y el transporte público, y entre otros proyectos puestos en marcha por el Gobierno destacó la construcción del AVE y el efecto que éstas líneas tendrán para reducir la contaminación.

Anunció en este sentido que su Departamento realizará un estudio para conocer el impacto de alta velocidad Madrid-Barcelona y cuantificar la reducción de contaminación atmosférica.

En el campo energético, el responsable de Medio Ambiente subrayó el compromiso del Ejecutivo conseguir que la eólica alcance en el año 2010 el doce por ciento de la producción energética nacional, y se refirió además a la reconversión que deben acometer las centrales térmicas tradicionales.

Matas se mostró convencido de que éstas y otras medidas que se concretarán en la Estrategia de lucha contra el cambio climático servirán para reducir las emisiones y cumplir el Protocolo de Kioto, que será ratificado por España -dijo- el próximo año, cuando se cumpla el décimo aniversario de la Cumbre de la Tierra de Río.