Fuente: Madrid/Geoscopio.
Sólo un milagro hará que la Cumbre del Clima, que comienza la semana próxima en Bonn, concluya con un acuerdo que garantice la entrada en vigor del Protocolo de Kioto sobre reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Esa es la opinión de las organizaciones ecologistas y de la Secretaría de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático, donde se inscribe el Protocolo de Kioto. "Somos muy pesimistas. El éxito de Bonn depende de la voluntad de Japón y nada indica que ese país vaya a ceder a la presión que se está ejerciendo", opinó el director de la división de Clima de Greenpeace Internacional, Bill Hare.
El principal foco de presión está en la Unión Europea (UE), que además de enviar misiones de alto nivel a Tokio, pidió en público y en privado al primer ministro Junichiro Koizumi que se avenga a razones y no sepulte un Protocolo que precisamente nació en Japón.
En ese documento, los países industrializados se comprometieron a recortar paulatinamente sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) hasta lograr una reducción media mundial del 5,2 por ciento en el periodo 2008-12 respecto de los niveles de 1990.
La ambigüedad de Japón hace que los observadores sólo contemplen dos escenarios en Bonn: "Japón se decanta por EEUU y no hay Kioto, o cede a la presión de UE y hay Kioto, aunque la cuestión aquí sería averiguar a qué precio", sostuvo Hare.
La ONU baraja una tercera posibilidad que básicamente consistiría en aprovechar Bonn para ultimar las negociaciones sobre cómo aplicar los acuerdos de Kioto y postergar el debate de "ratificación sí ratificación no" hasta la Cumbre de Marraquech, en octubre.
Recordaron que "aún quedan muchos flecos por negociar previo a la aplicación del Protocolo", entre ellos: estructura del mercado internacional de compraventa de emisiones, métodos de medición e inventario de gases de efecto invernadero, mecanismos financieros, transferencia de tecnología, sumideros y sistema de sanciones en caso de incumplimiento de los acuerdos.
"Lo importante es que Kioto entre en vigor independientemente de cuando", opinaron las fuentes y adelantaron: "Kioto no morirá en Bonn porque todos los países involucrados en el proceso, incluidos los que como EEUU o Australia han anunciado que no lo ratificarán, acudirán a la cita y participarán activamente en las negociaciones".
La tesis de la ONU, que utilizará ese argumento para encubrir el posible fracaso de Bonn, coincide con la de Japón, que intenta conseguir adeptos para retrasar la ratificación hasta Marraquech con el argumento de que hay que dar más tiempo de reflexión a la Administración Bush pues sin EEUU el Protocolo nacería mutilado.
Según Greenpeace Internacional, tras la aparente consideración de Japón hacia EEUU y de su preocupación por la globalidad del proceso de Kioto, se esconde "un verdadero chantaje a la UE", los japoneses saben que sin su ratificación no hay Protocolo en la fecha deseada y quieren sacar tajada", sostuvo Hare.
Según las informaciones recabadas por Greenpeace en las capitales europeas, Japón dejó entrever que ratificaría el Protocolo si se le reconocen ciertas excepciones forestales y se reabre el debate sobre la inclusión de la energía nuclear como fuente energética limpia.
"La UE cometería un error político grave si cede al chantaje de Japón con tal de tener Kioto en Bonn", dijo Hare, para quien, en ese caso, sería mejor dilatar el proceso hasta Marraquech, posibilidad a la que, al menos por ahora, se niegan los europeos.
Para que los recortes anunciados por los países desarrollados en Kioto sean vinculantes, es necesario que el Protocolo sea ratificado por un mínimo de 55 naciones cuyas emisiones representen el 55 por ciento del total mundial.
La primera premisa es fácil de obtener -Kioto ha sido ratificado ya por 36 países- pero la segunda sólo es posible si tres de los cuatro grandes contaminantes -EEUU, UE, Rusia y Japón- lo hacen.
En 1990, año tomado como referencia en Kioto, EEUU emitía el 36,1 por ciento del total de CO2 que el mundo industrializado lanzaba a la atmósfera, mientras que la UE en su conjunto era responsable del 24,2 por ciento, Rusia del 17,4 y Japón del 8,5 por ciento.
Sumadas las emisiones de la UE, Rusia y Japón se llega al 50,1 del 55 por ciento exigido en Kioto, diferencia que se supliría con los países del centro y este de Europa, la mayoría candidatos a la adhesión en la UE y por tanto fieles a Bruselas. Polonia aportaría un 3 por ciento, la República Checa y Rumanía un 1,2 por ciento respectivamente, mientras que Estonia, Hungría y Eslovaquia lo harían con 0,3, un 0,5 y un 0,4 por ciento cada una.
No haría falta por tanto contar con Canadá (3,3%) o Australia (2,1%), país que tampoco ratificará el Protocolo con el argumento de que sin la participación de Washington unirse a él no tiene sentido.
La delegación estadounidense ha anunciado que acudirá a Bonn con espíritu constructivo y sin ánimo de bloqueo.
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