Fuente: Madrid/Geoscopio.
El 17 de junio es el Día Mundial contra la Desertificación y la Sequía, una fecha de especial significación al comienzo de un nuevo milenio cuando, según los expertos y las asociaciones ecologistas, la búsqueda de máximos beneficios a corto plazo de la agricultura intensiva se ha convertido en la principal causa de degradación de los suelos y el agua y, por tanto, de los procesos de desertificación.
El elevado consumo de agua, la fuerte mecanización y la utilización de productos agroquímicos, constituyen los elementos característicos de la agricultura intensiva, cuyo incremento en los últimos tiempos, está propiciando un aumento de la presión y degradación de nuestros suelos.
En nuestro país el fenómeno de la erosión (pérdida de suelo) reviste gran importancia estimándose que el 18% del territorio (9,16 millones de hectáreas) está sometido a erosión muy severa, con arrastres superiores a 50 toneladas por hectárea y año, encontrando que el 42% del territorio nacional (21 millones de hectáreas) muestra una intensidad del proceso de erosión superior a los límites tolerables.
Si se tiene en cuenta que la tasa de formación de suelo varía entre 2 y 12 toneladas por hectárea y año, se entiende la magnitud del problema. Las zonas más afectadas se localizan en el Valle del Ebro y la mitad sureste, principalmente Andalucía, Región murciana, Comunidad valenciana, Castilla-La Mancha y Extremadura.
Los usos del suelo que más contribuyen a los procesos de desertificación son los cultivos leñosos y herbáceos de secano (olivos, frutales, vid, rotaciones cereal/girasol o cereal/barbecho), por su elevado potencial erosivo debido a un exceso de laboreo, y los sistemas de regadío, por el agotamiento de los acuíferos, contaminación de aguas y suelos por exceso de productos fitosanitarios y abonos químicos y la salinización.
Además, la necesidad de arena por parte de la agricultura de invernadero (1 hectómetro cúbico por año en la provincia de Almería), supone el desarrollo de una minería a cielo abierto con gran deterioro ambiental.
Estas formas de uso de suelo, a pesar de resultar insostenibles a medio plazo, se han extendido mucho, en los últimos años, impulsados por factores de mercado y la aplicación de la Política Agraria Comunitaria (PAC).
Otros factores que influyen sobre los procesos de desertificación son las grandes pérdidas de cubierta vegetal a causa de repetidos incendios forestales y la concentración de actividad económica en las zonas costeras como resultado del crecimiento urbano, las actividades industriales, el turismo y la agricultura de regadío.
Para Ecologistas en Acción la desertificación es un síntoma de la ruptura del equilibrio entre el sistema de recursos naturales y el sistema socio-económico que los explota. Opinan que ante este hecho el Gobierno español se limita a potenciar políticas sectoriales como la hidrológica (PHN), la energética, y la agrícola absolutamente contrapuestas a los modelos necesarios de actuación para frenar el problema ambiental más preocupante de nuestro país.
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